de la Creación
De la desavenencia partieron el aire, el agua, el fuego y la tierra. Los cuatro, en los juegos inseparables, crearon seres llamándoles tiempo al juego, y átomos a los seres, y conciencia a las normas del juego.
De lo que pueda existir por un tiempo en el juego, una conciencia nacerá de un soplo de viento, se quemará en un rayo del fuego, se aliviará en una gota de agua, y morirá sumido en la tierra. La conciencia, pura y eterna, incorruptible, no sabe del bien ni del mal, pero sabe de lo que es y de lo que no es. Aunque siendo, no sabe que es. Lo que nace de lo que es y vive con sus congéneres engañados, no habiendo perdido su ser: es el único que conoce el engaño.
Yo sé y no sé qué soy, y vivo engañado.
Balbino
lunes, 2 de febrero de 2009
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