Solo.
Lento.
Como tocando
hacia ningún espacio.
Atento
como el cazador.
Tranquilo,
sereno
como el abrir de una flor.
Lejos
de noche
a oscuras
esperando
esperando
esperando
casi
sin respirar
mirando abiertamente
buscando todo,
lejos
mirando
sin observar
cuándo llegará.
Otro día
otro día
otro día
otro día
copiarás toda tu vida
otro día
otro día.
Un niño malo
hace muchos días malos.
Un día bueno
es un buen día.
Luego
otro día
otro día
otro día
con sus buenas noches.
Yo, que he sido capaz
y he reescrito la peste humana
desde mi arrogante sabiduría.
Yo, que he puesto en papel escritura
de las miserias que veo.
Ha chocado en mí
la pobreza de espíritu.
Ese ladrón
aquel mentiroso
este cerdo verdugo
un ser vacío,
conejillos de indias
hombres programados.
He escrito huyendo de mí,
escupiendo por la punta del bolígrafo,
estampándome en el papel.
Pobre imbécil.
Círculo de loca razón.
Cebo de la propia trampa.
No soy mejor que nadie,
y nadie es mejor que yo
porque no
quiero existir.
Nada más.
Algún día habré muerto.
Mientras tanto,
espérame.
Balbino
domingo, 25 de enero de 2009
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