jueves, 26 de febrero de 2009

a un hilo de luz

a un hilo de luz


Ha de juntarse
el momento
el ánimo
y la frase.
He de encender
la luz
de tu mente
para que me enseñes
a ver.
He de provocarte
la búsqueda
con mis empujones
tercos, insistentes.
He de citar
tu curiosidad
para mirar a ese lado
donde yo no veo.
He de ayudarme
arrancando
la mata de raíz
de mi ignorancia.
He andado ciego
por la senda
que te señalo
y te muestro.
Te daré
el látigo
que aplaque
mi soberbia.
Dedico
a un hilo
de luz
todo mi tiempo.


Balbino

jueves, 19 de febrero de 2009

Absurdo Comportamiento

Absurdo Comportamiento

Absurdo comportamiento. Vivir para trabajar. Trabajar para comer y pagar deudas, deudas que muchos tenemos. No es suficiente con el trabajo diario; algo falla. Ya sin frío, sin calor, sin hambre, cómodo, llega el aburrimiento.

Pensarás, quizás, entonces.

Ensimismado en la razón, te sentarás en la taza del lavabo, vigilante de tus actos, reflexionando sobre el sentido de comer. Pesa más lo que deshechas que lo que comiste. El coñac también sale tras haberse filtrado en tus venas. El trabajo paciente de la cena. Te limpias el culo con un papel, gran trabajo para tan feo fin. El jabón, el espejo, el grifo, la colonia para lavar las manos y la caca. Ponte las zapatillas y el pijama. Los ladrillos, la puerta, el bidet, la bañera, el azulejo, la escayola, la ventana... Toda la comodidad. Ahí queda otro trozo de vida.

Aún no te jubilas. Deberás seguir manteniendo un nivel digno aparente. Tus hijos deberán estudiar, hay que darles todo lo que se pueda para su bien, para que puedan cobrar su comisión de explotados.

Dios da ideas a los hombres que creen que Dios les da ideas, y negocian la comisión que les corresponde. Todo aquel que compre el artículo pagará un tanto por ciento por encima de los costes al intermediario de Dios, otro tanto al guardián que los protege, otro al juez que lo defiende, otro al que le gestiona el recibo, otro al rey, otro a su ejército, otro al cura, otro al sindicato, otro a la Asociación de Estúpidos Convencidos, otro al ayuntamiento, otro al IVA, otro al seguro de sanidad, otro al del coche, otro al de vida, otro al de muerte, otro al de resurrección, otro al de subir, otro al de bajar, otro al de la casa del traje, otro al del Señor de las Malas Ideas,... Debes estar orgulloso por pertenecer al futuro, a lo moderno, a la civilización.

Hoy en día sí que somos adelantados. Ya casi somos de plástico. Vas a una clínica y te ponen o te quitan lo que sea. Los niños en conserva, poniéndoles los aditivos correspondientes, ya nacen sabiendo un montón de fórmulas matemáticas. Se está estudiando sin descanso la forma de que no nos caigamos cuando nos quiten los sesos, porque es una lástima que por ese detalle no podamos ser totalmente felices.

Hombre de Dios, ¿cómo sabes que no llevas un chip incorporado en un huevo? ¿Acaso no estás vasectomizado? Mujer, médico, catedrático, profesor, ingeniero, ya que tú no lo has podido, que sean tus chicos para que se muera de envidia tu vecina.

¡Pero qué pobres somos poniendo la gloria tan baja! ¡Qué ignorantes somos creyendo en nuestra inferioridad, qué desgraciados entregando la vida al falso Dios! Lo que pidas se te concederá. La cuestión es saber a qué Dios se lo pides, porque los deseos no son precisamente penitencia, más bien el último modelo de tractor.

El círculo se estrecha, la prisión se acentúa, la manada se aproxima, el precipicio, los dirigentes, los profetas...

Algo tiene que morir.


Balbino

lunes, 2 de febrero de 2009

del ir y venir

del ir y venir


— ¿De dónde vienes
y te llamas alegría?
— De la burla,
de lo serio,
de lo seco,
del revés de lo discreto,
del final del sufrimiento.
— ¿Por qué te vas
y triste queda tu asiento?
— En la riña,
a veces gano,
a veces pierdo.
Cuando el momento se vaya,
nadie lo entenderá.
Ni yo,
que estuve dentro...



Balbino

de la Creación

de la Creación



De la desavenencia partieron el aire, el agua, el fuego y la tierra. Los cuatro, en los juegos inseparables, crearon seres llamándoles tiempo al juego, y átomos a los seres, y conciencia a las normas del juego.

De lo que pueda existir por un tiempo en el juego, una conciencia nacerá de un soplo de viento, se quemará en un rayo del fuego, se aliviará en una gota de agua, y morirá sumido en la tierra. La conciencia, pura y eterna, incorruptible, no sabe del bien ni del mal, pero sabe de lo que es y de lo que no es. Aunque siendo, no sabe que es. Lo que nace de lo que es y vive con sus congéneres engañados, no habiendo perdido su ser: es el único que conoce el engaño.

Yo sé y no sé qué soy, y vivo engañado.


Balbino

de Dios

de Diós


Pudiendo escoger entre cualquiera (en la historia los hay) para el fin del poder, escogieron al hombre de la cruz. Hombres de luto, hombres con plumaje de cuervo, estudiantes de la mente, dueños de la palabra, negociantes de Dios. Son mensajeros de pobreza, y predican lo que no son. De lo pedigüeño han hecho profesión. ¡Que no falte el pan y el vino! Son cuerpo como nuestro cuerpo, son sangre como nuestra sangre...

— Soy uno solo —dijo—. Acompaño al universo en su triste soledad. Donde lo justo esté, habrá silencio cuando llegue. Me recibirá uno como yo, cogeré la muerte de sus manos, y, ya muerto, viviré siendo ya como el universo, acompañando al que Fue. Era tal como yo, tan orgulloso como humilde, tan sabio como inútil, tan rico como pobre, tan egoísta como invisible, tan indispensable como uno. No le daré la gloria. No se la regalaré. No valdría, no sería tal si no hubiera de ganársela. He ahí la libertad, preso entre millones de personas. Consentidos, añorados, se les dará todo, y todo será poco. Le dará la sensación de hacer un trabajo vacío, pero no debe prestar atención a tal sensación, ya que de ese modo encontrará amor, y dará más amor cuanto más vacío encuentre su trabajo. Es justo que, si no quiere robar, tenga que trabajar para los que nacen, teniendo mucho tacto para no entrar a ser cómplice, ya que todo el mundo se gastará la vida honradamente. Conocerá la grandeza del universo en una mente escueta, programada, y cuando haya perdido todo, se le otorgará esa gloria en la vejez, en la soledad de su mal humor, el vacío por meta. Y, sin embargo, sonríe porque nunca creyó que la vida era eso. Pensó que la vida estaba escondida entre los malos momentos, y supo encontrar la felicidad entre ellos. Deja que El Que Escribe piense que es un desgraciado para que también tenga su gloria, aunque crea que sea demasiado tarde...

Balbino